Otros actores han seguido el proceso del AVA desde que comenzaron las negociaciones, y han sido testigos de cómo se ha convertido en un mecanismo inclusivo caracterizado por la confianza entre las partes. “El AVA ha permitido un diálogo honesto sobre el manejo de los bosques en Honduras. Hemos descubierto que nuestras voces son distintas, pero coincidimos en el objetivo: todos queremos asegurarnos de que los bosques se manejen de forma sostenible”, dice Carmen Borjas, representante de pequeños y medianos propietarios de bosques. “Necesitamos que los pueblos indígenas jueguen un papel central. Inicialmente, algunos grupos mostraron reticencia a participar, pero la mayoría de los pueblos indígenas, que son muchos y diversos, están representados en el proceso AVA. Están presentando activamente propuestas que reflejan sus prioridades, y nosotros prestamos toda nuestra atención a lo que tienen que decir”.
Al entrar en su fase de implementación, el AVA enfrentará nuevos retos. Las reuniones regulares de un organismo creado para la ocasión, denominado Comité Conjunto de Aplicación, asegurará que el proceso progrese y quede documentado, y permitirá que se aborden los contratiempos y se acuerde la manera de subsanarlos. Trasladar la teoría a la práctica requerirá trabajo y paciencia. Pero también dará sus frutos, pues tendrá como resultado un nivel de transparencia inédito. “Para nosotros, el hecho de que solo la madera legal llegue a Europa y otros destinos es clave. Durante años, hemos visto cómo pasaban los camiones cargados de madera por nuestras comunidades, sin saber a quién pertenecían ni adónde se dirigían”, dice García.
Las expectativas son elevadas, especialmente ahora que ha llegado el momento de llevar la teoría a la práctica. “Hay mucho potencial humano, mucha gente dispuesta a apoyar el proceso AVA para que sea exitoso, y para que podamos aprender y mejorar a lo largo del tiempo”, dice Borjas. “No ha sido un proceso sencillo. Sin embargo, el AVA ha sido ratificado con un nivel de consenso sin precedentes. Ahora viene lo mejor.”
“Por supuesto que tenemos nuestros miedos”, concede García. “Vivimos en un país en el que las cosas no siempre se hacen bien. Pero tenemos claro que hemos de trabajar desde dentro para apoyar el cambio. Nos jugamos mucho como pueblos indígenas que viven en los bosques y sus alrededores. Si no peleamos por nuestros derechos, no los podremos conseguir. Si esto fuera un partido de fútbol, resultaría obvio: solo puedes marcar goles si estás dispuesto a jugar el partido.”